La temporada de Zarzuela comenzó en Bogotá con la Ópera La Flauta Mágica de Mozart. El anuncio publicitario llegó a mí justo para convencerme que era un buen regalo de cumpleaños. Quería compartirlo con Santiago y con personas que sabía la apreciarían con la misma emoción.
La ópera me llevó al difícil ejercicio de fijar la atención en varios aspectos: La música, las voces, la actuación los cantantes, la escenografía. los vestidos, la historia. Sin embargo, el desafío es que todos esos aspectos formen un todo, que se complementen y completen de tal manera que no sea posible disociarlos, porque la armonía que forman sobrepasa a cada uno de ellos por separado. Al final, la emoción de presenciar y formar parte de dicha armonía es lo que hace que al terminar, quedemos con una sensación de vacío en el alma. Como si nos estuvieran arrancando de ese estado de paz y compenetración con una energía que es superior a nosotros, y del que no queremos desprendernos. El presente se vive con intensidad, a tal punto, que por un breve lapso de tiempo, estamos tan subyugados con la armonía y simbiosis con la obra, que nos olvidamos del resto, de nuestras propias vidas.
Tengo que confesar que la obra apareció en mi vida porque de alguna manera estaba buscando escapar. Escape de la rutina y de la normalidad. Buscaba algo inolvidable, un momento de perfección, una pérdida momentánea de la memoria próxima, de esa que me recuerda los problemas, los miedos, los obstáculos de mi camino y la necesidad de volver al pasado para no repetirlo en el futuro.
J'ai été bien servie. Todo eso ocurrió y más.
Toda la experiencia, en su conjunto, me dejó un sentimiento que recibí como un regalo excepcional: La promesa de un futuro que excede todas mis expectativas, sólo si me atrevo a creer.
Así fue. No podía imaginar que en los días siguientes, hasta ayer, el día de mi cumpleaños, recibiría tantos regalos que superarían mis sueños más locos. Lo cual es algo realmente excepcional porque me precio de tener sueños realmente inimaginables.
En resumen, quedo con la sensación de la que tanto habla Paulo Coelho: el Universo conspiró para reunir las piezas de mi vida de tal manera que yo estuviera lista para recibir los regalos, y qué mejor manera que comenzando la semana con armonía.
En la próxima crónica escribiré sobre los dichosos regalos para no alargar ésta.
Aquí les dejo un video del aria de la Reina de la Noche para que se lleven una idea. Aunque la versión que vi fue mejor.