El viernes pasado me sorprendió un fuerte aguacero caminando por una avenida principal en Bogotá. El desbordamiento de un arroyo sobre ésta, obligó a los transeúntes a buscar alejarse del peligro. No creyendo que la situación fuera peligrosa, di un paso para atravesar una calle y no conté con que la corriente era tan fuerte que me desestabilizó y caí al agua. El instinto de supervivencia fue más poderoso que el miedo y otros demonios. Todos mis sentidos estaban concentrados en un análisis rápido de la situación. Como primera medida tenía que levantarme y cruzar el arroyo antes de que algún carro tuviera la brillante idea de tomar ese camino para huir de la situación caótica en la avenida. Sabía que algo había pasado con mi tobillo, sabía que estaba mojada de pies a cabeza y sin embargo, no sentía nada. Sólo quería tranquilizar a Santiago que estaba más asustado que yo, angustiado sin saber qué hacer al ver que buscaba desesperadamente retomar el control de mi cuerpo. Durante los minutos siguientes operé en piloto automático. Llamé a pedir ayuda. Saber que no estábamos solos, que mi cuñada y Fer estaban listos para venir a ayudarnos, hablar con mi hermano y oir su voz serena y calmada fue suficiente para recargar energías y caminar seis cuadras, buscando un lugar seguro. Sólo cuando me senté en una panadería me di cuenta que estaba tiritando de frío, que el tobillo me dolía enormemente y que la situación hubiera podido traer consecuencias peores.
Inicialmente había pensado en escribir sobre el libro de Jacques Attali, Devenir Soi, que estuve leyendo esta semana. Incluso, ése iba a ser el título de mi crónica de hoy. Sin embargo, al terminar de leerlo descubrí que la palabra Renaissance se ajustaba mejor a lo que viví el viernes y a mi conclusión sobre el libro.
Es un libro corto que habla específicamente a todo aquel que se niega a seguir un camino impuesto por otros, aquellos que deciden de "prendre sa vie en main", aquellos que no se resignan , que buscan en su interior las respuestas necesarias para encontrar su lugar, con la convicción profunda que nada es imposible y que tenemos el derecho y la obligación con nosotros mismos de buscar ser felices. En una frase, el libro es para aquellos que, a pesar de los pronósticos pesimistas sobre el presente y el futuro de la humanidad, consideran su vida como la más bella aventura.
El autor toma ejemplos en todas las situaciones y de las personas más diversas para convencernos que esta consigna de devenir soi es posible y necesaria para cambiar el rumbo de la humanidad. Habla de varias etapas en este proceso: Un momento crítico, de ruptura, de choc, luego de un necesario espacio para hacer una pausa, de silencio, de trabajo interior y finalmente de un camino compuesto de 5 etapas que llevarán hacia lo que él llama Renaissance. Ese momento mágico que viene después de un desgarramiento, de una liberación luego de una dependencia anterior de un éblouissement, de una plena consciencia de estar vivos y de sentirnos dueños de nuestro destino.
El viernes viví una a una las etapas mencionadas por Attali. Terminé el libro mientras seguía la orden perentoria de mi hermano de no caminar, de reposar el pie para sanar apropiadamente la luxación de mi tobillo. Mirando restrospectivamente lo que ha pasado en mi vida desde el mes de septiembre me doy cuenta de lo afortunada que soy de tener un momento crítico que me obligó a replantear mi vida para hacer los cambios necesarios para lo que yo también llamaré Renaissance. Aún no he llegado, pero estoy feliz de este camino que he tomado para lograrlo.
Feliz semana,