FRASE DE LA SEMANA

"Stay hungry! Stay foolish! " Steve Jobs
" The Universe, as we know it, is a joint product of the observer and the observed" Teilhard de Chardin
" El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevas tierras, sino en ver con nuevos ojos" Marcel Proust

mardi 26 avril 2016

EL PÁRAMO DE SUMAPAZ

Siguiendo con mi necesidad de respirar y alejarme por un momento de la rutina, el ruido y la rapidez de la vida en Bogotá, decidí irme con Santiago a subir al Páramo de Sumapaz. Está localizado en la Cordillera Oriental, en el Departamento de Cundinamarca. Con 223.179 hectáreas, es considerado el páramo más grande del mundo y lugar sagrado para los aborígenes muisca. Fue asociado con las fuerzas divinas de la creación.

Los españoles lo bautizaron como "el país de la niebla" y estoy completamente de acuerdo. Comenzamos nuestra jornada con los ojos brillantes y la excitación propios de la aventura hacia lo desconocido. El ánimo se nos cayó al suelo cuando nos dimos cuenta de lo mal equipados que estábamos. Nuestros compañeros de expedición tenían impermeables, morrales, pantalones, zapatos, todo lo necesario para superar con honores el reto que teniamos al frente. Nosotros, nada de lo anterior. El miedo y otros demonios llegaron con ganas a apoderarse de mi espíritu. Todos eran experimentados caminantes acostumbrados al clima, la altura y el trayecto. Nosotros, nada de lo anterior. 

Sin embargo, ya no podíamos echarnos para atrás. Con resignación, como quien sabe que va directo a una muerte segura, comenzamos la travesía. Había olvidado advertirle a mi corazón que iba a necesitar un gran esfuerzo de su parte para salir victoriosa de este enredo en el que yo solita me había metido. La niebla y la lluvia se apoderaron del trayecto, a duras penas podíamos ver quien iba delante de nosotros. La vegetación y la belleza del paisaje me importaron un carajo en ese momento. Rápidamente me encontré empapada de pies a cabeza, No sentía las manos y mucho menos los pies. Sólo sentía mi corazón que carburaba como un viejo carro intentando extraer más oxígeno para enviar al resto del cuerpo. No había intercambio de palabras. El camino estaba lleno de piedras y arbustos y mi concentración por poner el pie en el lugar más seco o al menos resbaladizo posible no me dejaban tiempo para sentir frío o para quejarme de nada. Sólo sabía que Santiago estaba a mi lado y que el caminante delante de mí no se perdía de mi vista. El miedo y otros demonios tuvieron que callarse y esconderse en el rincón más profundo de mi alma porque el palo no estaba para cucharas y yo sólo podía concentrarme en lograr dar un paso a la vez. El silencio era lo único que podía tolerar. Hubo un momento en que nos encontramos cerca de un grupo de caminantes que conversaban animadamente de cualquier cosa. Una mirada a Santiago y a un par de gringos que iban a nuestro ritmo me hizo comprender que no era la única para quien el silencio era lo único que podía tolerar en ese momento. Sin necesidad de palabras, nos adelantamos, sacando fuerzas de la neura para acelerar el paso y alejarnos de los habladores. 

En total fueron solamente cinco horas, pero me parecieron una eternidad. No se si fue el chocolate o mi compromiso conmigo misma de no renunciar lo que me llevaron a terminar el trayecto. 

No pensaba en nada, sólo eran mi mente y mi cuerpo llevando mal que bien mi vulnerabilidad y pequeñez ante las dificultades y la grandeza del paisaje. Como un cóndor, me sentí libre y grande, fuerte y valiente por haber llegado a la cima. Por haber vencido mi propia debilidad. 

Cinco horas sin pensar en el pasado, ni en el futuro, ni siquiera en mi vida presente. Simplemente existí. 

Regresé a Bogotá ligera, estropeada físicamente pero feliz. Como por arte de magia las preguntas, las dudas y los miedos que me estaban atormentando desaparecieron. Redescubrí mi esencia, lo que quiero y lo que no quiero, y encontré en mi la confianza en que todo ocurre por algo y no tengo nada que temer. Dentro de mí tengo todo lo que necesito para resolver los problemas, las dudas y los miedos. Y volví a brillar. 

Algunas fotos