Aurélie no me conoce. Sólo conoce mi cara. No sabe cómo me llamo ni de dónde vengo. Sólo me ha visto ir a almorzar con Santiago de manera regular. Sólo me ha visto sonreire y decirle "merci", " au revoir". Sin embargo, el sábado, sin saber que era un día especial para mí, se me acercó y me dijo " hoy el postre de su hijo es por mi cuenta". Ella sabía que yo sólo pedía un postre para él del que algunas veces le robaba algunas cucharadas.
En otra época le habría respondido " no, qué pena, no se moleste", pero esta vez fue diferente, la mejor manera de honrar su gesto era aceptándolo. Eso sí, sin dejar de lado mis viejas costumbres le dije " Acepto con mucho placer su regalo. Usted me ofrece un postre y yo pago el otro pues es mi cumpleaños y hoy sí voy a hacer la locura de pedir el más grande". Aurélie, así se llama la Gerente de Mac Donald's, me miró emocionada de participar en la locura y en tono de conspiración me dijo " en ese caso, yo le ofrezco los dos postres más grandes que quieran". Vale la pena agregar que era la hora de almuerzo para ella, me escribió una nota especificando que los dos postres en tamaño grande que pidiéramos correrían por su cuenta y firmó. Las cajeras me miraron extrañadas y le hicieron su mejor cara de reproche a la jefe. Esta, sospechando algo, en lugar de irse, se quedó. Cuando fuimos a reclamar nuestros postres, la cajera hizo cara de "no me acuerdo" y siguió atendiendo a otras personas. Entonces Aurélie se acercó y le dijo a la cajera que obedeciera. Ni siquiera se tomó la molestia de explicarle a la joven la razón de su locura. Una vez nos dieron nuestro postre se fué a almorzar. Otra cajera me sonrió. Nos había reconocido. Al partir, le dejé a Aurélie una nota escrita en una servilleta, con mi nombre y las gracias.
Para mí fue un milagro desde cualquier ángulo que se le mire. Como en la película Avatar, operó el "I see You". Ni siquiera conocíamos nuestros nombres, nunca habíamos hablado. Incluso la otra joven participó en el milagro que se estaba produciendo. Un sólo gesto generoso y desinteresado ocasionó todo esto. Los participantes, tanto ellas como nosotros, comprendimos que se había producido un instante mágico.
Ese mismo día, un amigo, que tampoco sabía que era mi cumpleaños, me envió un mail con unos cuentos cortos de escritores latinoamericanos. Puede parecer un gesto anodino, pero para mí fue importante porque fue, como dicen por aquí " un clin d'oeil", ( no hay traducción exacta pero espero que comprendan el sentido), a este proyecto que tengo de encontrar mi voz propia y convertirme en una buena escritora.
Como me escribió una amiga especial " pequeños milagros ocurren todo el tiempo, sólo hay que estar conscientes".
Se puede estar solo y no sentirse solo. Ese fue el gran milagro de la semana.