Para ir a trabajar camino unos doce minutos y luego espero mi bus. Me gusta hacerlo. En total camino diariamente una hora y me siento mejor que nunca. Disfruto no tener que ponerme de mal genio en un trancón, oir música y ver la vida pasar lentamente mientras voy en el bus.
Lo que quiero contarles es algo que me pasó hace unos días. De un tiempo para acá, le tengo miedo a las alturas. No se si fueron todas las montañas rusas en las que me monté con Santiago, mi hijo, o si fue simplemente la consciencia del peligro. El caso es que para coger el bus prefería atravezar el carril del tren que subir por el puente. Tengo que aclarar que no es un puente peatonal. En realidad es un puente para automóviles y en un espacio estrecho hicieron el paso para peatones... es tan estrecho que tuvieron que construir la baranda en el aire y a duras penas caben dos personas, una al lado de la otra.. se puede ver el techo de los carros que pasan debajo y hay un pequeño espacio en donde fácilmente se puede caer si uno se tropieza.
Era inconcebible que yo no tomara el puente. El caso es que decidí intentarlo. El miedo y otros demonios me acompañaron todo el trayecto. Debo explicarles que se camina siempre a la derecha. Lo que quiere decir que de ida tenía que pasar rozando el borde del precipicio pero de venida tenía un separador y la calle llena de carros. La primera vez... caminé a la izquierda... me miraron feo porque estaba creando desorden y una señora me hizo un comentario muy agresivo y me trató de "bruta"... otro señor vió mi cara de susto y se hizo a un lado para que pudiera pasar sin peligro. Hice el trayecto mirando al frente, a un punto a lo lejos, agarré mi bolso fuertemente en mi pecho y caminé lo más rápido que pude. Me siento orgullosa de haberlo hecho. Ahora lo tomo todos los días, utilizo la misma técnica y logro atravezarlo. El miedo sigue ahí, cada día se presenta sin falta y me acompaña en mi travesía... pero no me dejo controlar por él... lo dejo que camine a mi lado pero soy yo quien lleva las riendas.
Hace unos días, estaba retrasada y temía perder mi bus pero de frente vi venir a una señora con la misma mirada aterrada que yo había tenido un tiempo atrás, caminaba muy despacio, retrasando a los demás peatones que refunfuñaban por el retraso, estaba al borde de las lágrimas y no se atrevía a caminar por el lado derecho como debía hacerlo. . A pesar de mi propio afán me detuve. La señora estaba haciendo algo muy valiente y no había nadie ahí para apoyarla. Le sonreí, le dije " tranquila, yo también tengo miedo, no mire hacia abajo y estoy segura que lo logrará" , me hice al lado izquierdo mío para que ella pudiera pasar por el lado seguro. No fue capaz de hablar pero me sonrió con esas sonrisas que lo dicen todo. Cuando llegué a mi destino me volteé para ver qué había pasado con la señora. Lo había logrado, estaba del otro lado del puente.
Feliz semana para todos,
