FRASE DE LA SEMANA

"Stay hungry! Stay foolish! " Steve Jobs
" The Universe, as we know it, is a joint product of the observer and the observed" Teilhard de Chardin
" El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevas tierras, sino en ver con nuevos ojos" Marcel Proust

jeudi 24 décembre 2015

NAVIDAD I PARTE

Por primera vez después de muchos años vamos a acoger a mi familia en nuestro apartamento. Celebraremos la Navidad a nuestra manera. Con ese híbrido de culturas en lo que se ha convertido nuestra vida. Cuando vivíamos en Francia, el objetivo era adaptarnos y enriquecernos con nuevas costumbres sin olvidar de dónde veníamos. Esta vez, de regreso en Colombia, el objetivo es diferente. Ya no es tanto aprender como de asumir que hay elementos nuevos que hacen parte de “nuestra” cultura.

Este año podremos por fin permitirnos celebrar Navidad a nuestra manera. Ya no es cuestión de adaptarnos a los dueños de casa, esta vez estamos en nuestro hogar y asumiremos con orgullo nuestras diferencias.

En el trabajo, por ejemplo, celebran cada una de las novenas con mucha comida: tamales, lechona, buñuelos, arroz con leche, empanadas, arepas. Cuando le llegó el turno a mi área, resulté estar yo sola porque mi jefe se enfermó y mi otro compañero tenía vacaciones. Pues decidí hacer las cosas a mi manera. No tanto por desafío sino por sentirme orgullosa de mis diferencias y las ganas de compartir eso con mis compañeros de trabajo. Tuve que recorrer tres supermercados diferentes buscando moldes de galletas. ¿Inventario agotado o inventario no previsto? No se. Pero nos costó encontrar los ansiados moldes. Es así que, la noche anterior, Santiago y yo nos pusimos a hacer galletas. Cogimos una receta en francés, así que el trabajo de ajustar las medidas a los medidores colombianos le tocó a Santiago, y a mí, cambiar todo y agregar o quitar ingredientes, arrepentirme, muy pegajosa, muy seca, insípida, ácida. Sólo después de haber hecho de la cocina un caos, logré la textura y el sabor que quería. La temperatura exacta, el tiempo correcto, fue otro asunto. Se necesitaba experiencia y conocimientos en matemáticas y física, pero sobre todo, la memoria para recordar el color y la consistencia de las galletas, tal como las habíamos hecho en Francia. No les voy a negar que hubo momentos de desespero, de ganas de tirar la masa a la basura y volver a empezar, o simplemente salir al día siguiente al trabajo más temprano e ir a una panadería a comprar las benditas galletas ya hechas.

Mi naturaleza obstinada ganó la partida.  Valió la pena el trasnocho, la limpiada de una cocina inmaculadamente blanca de harina en sitios insospechados, la angustia de quemarlas o de simplemente hacer algo incomible. Finalmente, nos reímos de nuestra situación. Habíamos convertido las galletas en algo más. Se trataba de lograr adaptar una receta francesa a la altura y circunstancias colombianas. Es justamente el ejercicio que hemos venido haciendo todo el año. Y mi terquedad era simplemente esa necesidad de probarme a mí misma que sí puedo crear algo nuevo a partir de una mezcla de recetas.

La novena en el trabajo fue muy light, sólo natilla de arequipe y galletas de canela y limón hechas en casa. Pero les gustó. Me di cuenta que soy percibida como extranjera, aunque suene curioso pues soy colombiana en todo el sentido de la palabra, y en lugar de mirar con recelo el resultado final, se comieron todas las galletas. Les parecía rarísimo que me hubiera tomado el trabajo de cocinar y hacer galletas yo misma cuando los supermercados y panaderías desbordan de marcas y estilos.

De alguna manera, el ambiente fue más íntimo y familiar, hombres y mujeres me hacían preguntas sobre la receta, y nos tomamos el tiempo de cantar villancicos sin sentir “pena” de cantar mal. Seguía siendo una extranjera. Sin embargo, conocía de memoria las estrofas de todos los villancicos que cantamos ese día. Anton tiruliru liru, Tutaina, a la Nanita Nana, Los Pastores de Belén fueron nuestro aporte a la cultura francesa, Santiago y yo los conocemos par coeur.  Y sin decirlo, entendimos que la Navidad adquirió una nueva connotación: ofrecer algo a los demás que me costó trabajo, ofrecerles una parte de mí. Todos nos enriquecimos y apreciaron esta “entrega”. Fue un instante perfecto con el verdadero significado de lo que significa la Natividad de Jesús.

Daniel tiene razón, las historias valiosas y duraderas comienzan con una “entrega de sí”.

Sólo me resta desear que el Espíritu de la Navidad los llene a cada uno de ustedes con su magia y haga que su corazón brille de felicidad.

Fotos y  varios villancicos en varios idiomas, haciendo honor a nuestra mixité, los anexo en un rato.

Una canción de Blake Shelton y Kelly Clarkson
https://youtu.be/W4JLBHexj6Y

Otra canción de Navidad de Garou en francés
https://youtu.be/H39zrxZPs6k?list=RDsaptmreCW2c

Y finalmente una en español de Carlos Vives
https://youtu.be/nXBeqvmt4so







mardi 8 décembre 2015

AVENTURA EN BOYACÁ

Para enmarcar el tiempo de Adviento, hicimos un tour nocturno para apreciar la iluminación navideña de algunos pueblos del Departamento de Boyacá.  La aventura comenzó a las dos de la tarde. No puedo decir que fue el comienzo del paseo, pues estuvimos una hora en el bus, esperando a los demorados.

Cambiar de ritmo, dejar de seguir con rigidez el cumplimiento de un itinerario, hacía parte de la primera lección para dejar atrás el ritmo de vida de la capital. No fue fácil. Sin embargo, no había nada urgente por resolver. Sólo debía relajarme y disfrutar. El parlante estaba justo encima de mí y tuve derecho a, ya no quiero ni pensar cuántas horas, de música ininterrumpida a todo volumen, no siempre canciones y ritmos que habría escogido voluntariamente para disfrutar el paisaje boyacense. Todo hacía parte del paseo y cada contrariedad la veía como un elemento más de la aventura de tolerar las diferencias y disfrutarlas por lo que son. Lo importante era que ahí estábamos, rumbo a Duitama, Nobsa, Corrales, Tibasosa.

Es curioso cómo el paisaje y la mentalidad pueden cambiar tanto en una distancia tan corta. Una vez dejamos los trancones de la Autopista Norte y nos adentramos en las colinas del paisaje cundi-boyacense, el espíritu se sosegó.

El ambiente era festivo en cada uno de los pueblos que visitamos. 

El Pueblito Boyacense, en Duitama me encantó. Cada cuadra representaba un pueblo diferente. Casas coloniales adornadas de flores, paredes y ventanas pintadas con todas las combinaciones posibles de colores y los habitantes de ese pequeño paraíso con las puertas abiertas, sonrientes y dispuestos a recibirnos. Sentí como una explosión de color inundar mi espíritu. El mal genio de la gente inculta que no respeta al Otro, se disolvió como por arte de magia. 

Las Génovas, unas guirnaldas larguísimas de carne embutida adornaban muchos puestos de comida. Avisos en cartulina ofreciendo tamales, canelazos, café y baños eran comunes en algunas casas del centro. Los jóvenes se pusieron sus mejores galas para el día, orgullosos de sus pueblos. Ajenos a lo que ocurre afuera, la vida parece transcurrir en una burbuja de serenidad. No hay riquezas, sin embargo, tampoco hay mendigos en las calles, y la gente parece vivir en paz. Al menos, yo me sentía en paz en medio de intrincadas guirnaldas de luces y multitud de gente en las calles. No había agresividad, ni prisa, ni hostilidad. La gente no empujaba a otra, nadie estaba ansioso por llegar a algún lugar, simplemente estaban, y eso era suficiente, sin importar el frío ni la hora.

Como comentaba con Camilo, un amigo que vive en Duitama, ese pueblo está lleno de sitios mágicos y de gente igualmente mágica que vive en una burbuja de color y paz. 

La magia de la aventura, como me precio de reconocer en cada instante, fue ésa: El tiempo se detuvo. 

Sentarme en una banca en Corrales a ver la gente pasar a la una de la madrugada y dejarme contagiar de su alegría era la actividad más natural. No soy adepta a las génovas y confieso que el olor quedará por siempre gravado en mi memoria gustativa. Sin embargo, conseguí en Nobsa el Sabajón de Feijoa, un antojo de mucho tiempo atrás. No comí gran cosa en las 10 horas que duró el viaje, pero eso no era importante.La experiencia de pasar la noche viendo luces fue suficiente alimento para el alma y una perfecta preparación para la Navidad.


Algunas fotos de la aventura. 
Corrales

Santiago en Corrales

Nobsa
 Pueblito Boyacense en Duitama
Pueblito Boyacense en Duitama




Fer y Santiago


Con Mónica 


Entrada a Corrales

Fer, Carmencita, Miguel en Nobsa 




lundi 7 décembre 2015

PARIS

Estuve en Paris exactamente un mes antes de que ocurrieran los hechos tan horribles del 13 de Noviembre. Y tal vez lo que escriba ahora sirva para responder columnas como la de María Jimena Duzán, periodista de la revista Semana, quien cuestionaba duramente por qué había tantas manifestaciones de solidaridad hacia Francia y no hacia otros países que viven cosas peores.

Las razones de mi viaje no eran del todo placenteras y tenía mucho miedo y otros demonios de volver al país que fue mi hogar durante tantos años. Tenía miedo de sentirme extranjera, de sentir que ya no era mi lugar. Tenía miedo de enfrentarme con el pasado y darme cuenta que era eso: pasado.

Desde el momento mismo en que me subí a Air France se hizo el “déclic”. Hablar en francés, tomar el metro, recordar las líneas y estaciones que debía coger, ver la Tour Eiffel, ajustarme al “état d’esprit” de otoño, abrigos, botas, lluvia, neblina, días grises y largas caminatas volvieron a ser reflejos naturales. Como por arte de magia, me “fundí” en el ambiente parisino y me sentí como si nunca me hubiera ido. La amistad con tantas personas con las que había dejado de hablar se retomó en el punto mismo en donde las había dejado. Nada había cambiado. Sin embargo, nuevos amigos me hicieron darme cuenta del cambio. Este año vivido en Colombia, ajustarme a mi nueva vida como colombiana me hicieron darme cuenta de lo francesa que me había vuelto, del híbrido con dos culturas en lo que me he convertido.

En el metro tenía que hacer no se cuántos cambios de línea. Subir y bajar escaleras subterráneas con dos maletas no era asunto fácil. Nadie se detuvo a pensar en qué encombrante era yo con mis dos maletas, abrigo, morral, sombrilla en un wagón de metro atestado de gente. En una estación, un señor alto, de unos dos metros, con facciones finas y la piel negra, de unos 60 años sin mirarme a los ojos me pidió permiso para tomar una de mis maletas y ayudarme a subir las escaleras hacia el mundo exterior. Era lo más natural del mundo ayudarme y no esperaba nada a cambio, ni las gracias. Como buena colombiana yo estaba muerta de la vergüenza pues el señor era evidentemente mucho mayor que yo y no estoy acostumbrada a recibir ayuda. Como buena colombiana casi lo abrazo al final del camino, tan agradecida estaba y él, como buen parisino, se alejó corriendo temiendo que fuera a irrumpir en su espacio personal y tener una demostración demasiado evidente de sentimientos, así fuera sólo de agradecimiento. Otros momentos como caminar por las calles, ver a la gente en los cafés conversando o simplemente leyendo un libro con un frío que calaba en los huesos y una lluvia incesante, sentirme transportada a otro mundo en donde la belleza de cada rincón, de cada aviso, de las lámparas en las calles, de los puentes que atraviesan el Sena, de los edificios Haussmanianos imperturbables e imponentes, del “charme” de sus restauranticos, de turistas hablando todos los idiomas posibles, familias con hijos en coche paseándose a pie, repito una vez más, con un clima de los mil demonios constituyen ejemplos del “ savoir vivre ” francés.

Todo el mundo se siente pertenecer a Paris, por muy extranjero que uno crea ser, París es de todos y cada uno de los turistas que llegan para cumplir un sueño. Automáticamente todo lo que constituye una diferencia deja de importar, y todos los que llegan a esta ciudad se acostumbran rápido a un modo de vida que, si bien no es al que están acostumbrados en sus propios países, es natural a nuestra esencia misma de seres humanos. Celebrar con champagne las posibilidades infinitas que se abren para quien empieza un nuevo capítulo en su vida es algo natural.

El pasado se fundió con mi presente y la visión de un futuro mejor se convirtió en algo posible.  A pesar de ya no vivir en Francia ( ya no es tan doloroso decirlo), no soy extranjera. No importa cuán lejos me encuentre, seguirá haciendo parte de mí porque el estilo de vida,  y el “état d’esprit”  que adquirí hacen parte de mí y me acompañarán donde quiera que vaya, hasta el próximo regreso. Todo eso ocurrió en Paris. Y ningún atentado por violento y horrible que sea, acabaran con eso, porque no hay bomba capaz de destruir lo vivido, lo sentido y lo que llevamos en nuestro corazón.

Aquí les muestro unas fotos de mi viaje. 


Museo de Louvre


El Obelisco y la Tour Eiffel al fondo


La Défense

Les Champs Elysées

Pont Alexandre III

Le metro

Notre Dame


Con mi amiga Andrea

samedi 22 août 2015

BAHÍA MÁLAGA

Hace una semana estábamos viajando a Cali. Tengo que comenzar explicando que fue un impulso, de esos arranques de locura a los que uno no se puede sustraer. Quería ir a ver las ballenas jorobadas, las que llegan a criar a sus bebés, en el Parque Nacional Natural Uramba en Bahía Málaga. Ubicada en la porción media de la costa Pacífica colombiana en el municipio de Buenaventura, Departamento del Valle del Cauca. 

La explicación a semejante locura era, ahora lo entiendo, la necesidad de un desafío, de rebelarme contra lo previsible de buscar una playa donde asolearme y descansar. Quería algo diferente. Quería enfrentarme a mis miedos y otros demonios y sacar valentía, coraje y todas mis fuerzas físicas y mentales. J'ai été bien servie sur ce coup. Mis deseos fueron concedidos al pie de la letra. 

Sin tiempo para saborear la partida, tuve que dejar el trabajo a toda carrera con la bendición de Cata, Martín y Maru y lanzarme de cabeza en la aventura. Alcanzamos apenas el avión. La llegada a Cali es inolvidable. Campos de caña de azúcar, calor y gente amable por doquier. El shuttle bus del hotel no aparecía. El tiempo pasaba y decidí hacerle caso a un muchacho que me aconsejó que me nos fuéramos en bus hasta el terminal de transporte, ya en Cali, y de ahí tomar un taxi hasta el hotel. Mi instinto funcionando a toda marcha me dijo que estaba bien, que no era engaño. Sólo pude ver la ciudad de noche, y me quedé con ganas de más. 

Al día siguiente, trayecto en bus a las 5 am con nuestros 13 compañeros de expedición, Julio y Lina, nuestros organizadores. Y el primer impacto lo produjo la llegada al puerto de Buenaventura. Atiborrado de gente, de ventas ambulantes, de olor a pescado, de edificios sucios y destartalados, de calor insoportable y ropa pegachenta por la humedad. El panorama no se anunciaba bien, y yo me decía una y otra vez, ¿ dónde carajos nos habíamos metido?. Nos pusimos unos salvavidas usados anteriormente por mil otras personas sudorosas como nosotros y ahí salimos a mar abierto. Un mar café, con muchas olas y sin las palmeras tan familiares del Caribe.  Olas enormes y golpes fuertes cada vez que aterrizábamos nuevamente en nuestro puesto luego de segundos que parecían años suspendidos en el aire. Y el paisaje comenzó a cambiar. Pequeños islotes aislados en la mitad del océano con jungla encima. Es una descripción infantil pero no se me ocurre otra manera de explicarlo. La llegada a Juanchaco después de una hora de lancha fue otro impacto fuerte. Niños y jóvenes negritos sonrientes dándonos la bienvenida en medio de unas casuchas de mucha pobreza. Sin pavimento, calor húmedo y la carga de nuestro equipaje comenzamos nuestro camino hacia nuestro "hotel", en ese momento imaginé lo peor. Pueden llamarme snob pero lo único en lo que pensaba era en si iba a tener baño limpio y agua. Me impresionó, sin embargo, ver que nadie me ofrecía venderme nada, no me pedían dinero, no me sentía la reina de jaba llegando a tierras desconocidas. Niños felices, gente amable y tranquila que ni siquiera nos miraba y lo mejor, me sentía en seguridad. En otro mundo donde no hay lugar al miedo, a la sospecha de robo inminente, sólo la naturaleza y personas a quienes, sin tener cosas materiales, no les hace falta nada. 

Tercer impacto, cabañas en madera, bonitas, limpias, baños en buen estado, agua, flores. En fin, sin lujos, teníamos todo lo necesario. Ni les hablo de la comida, absolutamente exquisita.  La experiencia en kajak en el mar, luego entre matorrales y riachuelos, cavernas y árboles inmensos que tapaban el sol fue algo así como una comunicación coordinada entre santiago y yo y la naturaleza. El cansancio físico era algo que me hacía falta. Nada de intelecto, sólo el esfuerzo de luchar para ser yo quien dirigiera la embarcación y no las olas. 

Último gran impacto, nuestro encuentro con las ballenas. El día anterior no habían querido aparecer y se sumaron varios a nuestra lancha para probar suerte con nosotros. Tengo que insistir en el hecho que nuestro grupo, a pesar de ser muy diferentes, se caracterizaba por tener una buena energía. Las explicaciones científicas pueden encontrarlas en cualquier sitio en internet así que no les hablaré de eso. El mar estaba calmado, parecía un espejo, todos a la expectativa mirábamos por todos lados tratando de descubrir en qué punto aparecería tal vez una cola o un chorro de agua indicando que nuestra amiga había salido a la superficie a respirar. Y llegó. Era una mamá y su bebé. Sabían que estábamos ahí por ellos. Justo al frente comenzaron a comunicarse con nosotros. ¿De qué otra manera puedo explicar que hicieran lo que hicieron de manera casi metódica, como una coreografía ensayada de antemano? 

Nos saludaron con la cola. Aparecieron varias veces a cortos intervalos para que los siguiéramos... obedientes seguíamos su estela. Y cuando ya nos encontrábamos al borde de la asfixia, de tanto aguantar la respiración, mamá e hijo saltaron y salieron completamente del agua haciendo un arco perfecto. El grito unánime vino de las entrañas. Luego se despidieron y se fueron. El espectáculo había terminado. 

Yo quería verlas porque sabía que una lección importante debía aprender de esa aventura. Y mi deseo se cumplió. Hubiera podido morir en ese instante de un infarto fulminante y hubiera sido justo. Mi corazón latía como si quisiera salirse. ¿pero si no fue nada importante? dirán algunos. Para mí y estoy absolutamente segura que para todos los que estábamos en la lancha también lo fue. 

Regresamos en silencio al día siguiente a Cali. Ya Buenaventura no nos pareció fea ni sucia. Ya sabíamos que sólo es un punto de transición entre la realidad, lo concreto y visible y el paraíso invisible que comienza en un viaje en lancha. Los habitantes de Juanchaco lo saben, por eso viven felices. 

Hay mucho más en este mundo real de lo que nuestros simples sentidos pueden percibir. Somos más que trabajadores de nuestro destino, somos más que nuestros problemas, nuestras tristezas y nuestra pequeñez aparente. 

La ballena lo sabe y viene a estas tierras cálidas a enseñárselo a su bebé. 

Les adjunto algunas fotos, un video improvisado de la ballena y un video del Grupo Niche con la canción " Hagamos lo que diga el corazón" en honor a esa bella ciudad que es Cali. Ahí está la pista. 

Feliz semana.  

p.s. El video no está editado, el movimiento se debe no sólo a mi inexperiencia sino a mis esfuerzos por guardar el equilibrio. Al parecer está muy pesado, apenas logre reducirlo lo publico. 




el video de las ballenas




Buenaventura
Desde el arrecife de Negritos en Juanchaco 






llegada a Juanchaco








lundi 20 juillet 2015

YOLO - You Only Live Once

Sólo se vive una vez.

El 14 de Julio se celebra el día de la toma de la Bastilla, el inicio de la Revolución Francesa. Es también el día de la Federación, es decir, la fiesta de la unidad de la nación francesa. Para tal ocasión, me llegó una invitación al tradicional Baile que el Embajador de Francia ofrece para festejar el evento en Colombia. A pesar de la " timidez y otros demonios" decidí ir. Todo un proceso para escoger qué ponerme, fotos por whatsapp pidiendo auxilio y el escepticismo de Santiago llenaron las horas previas. El consideraba que era una locura y un "oso" total, ir a una fiesta donde no conocíamos a nadie. Tenía razón. Sin embargo, una voz dentro de mí me decía que tenía que ir. Empecé a buscar razones. Seguir conectados con un país, una cultura que hace parte de nosotros; disfrazarme de mujer seductora con tacones altos y todo el tralala era algo necesario para el autoestima; hacer algo sólo por el placer de probarme a mí misma que puedo actuar a pesar del miedo; hacer algo loco con Santiago sólo por el placer de sacarlo de su zona de comfort y mostrarle con ejemplo que "sólo se vive una vez"y cualquier locura es válida para sentirnos vivos, para salir de la rutina y agregar una experiencia más a nuestra larga lista de aventuras.

Ninguna de las razones anteriores era realmente sensata, pero ¿who cares?... sólo se vive una vez. 

Para resumirles la historia, todo me fue familiar. La charcutería, los vinos, la música, los diálogos de los franceses que estaban alrededor... era como si de golpe estuvieran regresando de un lugar lejano los recuerdos de sabores, olores, sonidos, palabras. No conocíamos a nadie y sin embargo nos sentíamos en casa. Y me dí cuenta que todos estos meses había creado un escudo mental, bloqueando todos esos recuerdos para no sufrir. Pues esta vez, me permití recordar. Y ya no hubo dolor. Ya estoy lista para regresar en octubre y cerrar el capítulo para abrir una nueva forma de relación con el país y todo lo que viene con él. 


Les adjunto una foto que resume todo y un video de la canción " Vivre à en crever" de la Opéra Rock de Mozart. 



lundi 29 juin 2015

SOLEDAD

Hoy quiero hablarles de Soledad.
Desde que Santiago, mi hijo, entró al colegio aquí en Colombia, comenzó la preparación para su viaje a Estados Unidos con su clase. Eso quiere decir que esta madre llevaba varios meses preparándose sicológicamente para el momento en que su hijo partiría del nido durante dos semanas. Anticipaba un dolor profundo y una sensación de Soledad indescriptible. Estaba dispuesta a entrenarme a la sensación, sufriendo anticipadamente el momento en que él partiría definitivamente y volaría con sus propias alas. Tengo que aclarar para los que no conocen la historia, que Santiago hemos sido compañeros de aventuras en situaciones en las que sólo nos teníamos el uno al otro para darnos ánimo y continuar caminando. 

El día largamente esperado llegó. Y me sucedieron varias cosas en esas dos semanas, todas relacionadas con la temida y no anhelada Soledad

Alejandro, un amigo, me comentó un día, así como quien no quiere la cosa, que había ido a tomar una cerveza con la mejor compañía del mundo: él. Y Soledad vino a colación, con una connotación positiva. Escarbando en mi memoria, me encontré con la canción de Garou, Seul,  cuyo video ya he publicado en algún momento. En ella, el cantante se pregunta si quien no ha experimentado la verdadera Soledad alguna vez en su vida, puede realmente amar. Y , atando cabos, entendí que lo  que yo había estado haciendo en ausencia de Santiago no era masoquismo. 

Pues sí. Durante esas dos semanas, decidí estar realmente sola. Hubiera podido buscar amigos y familia con quienes pasar los largos fines de semana o con quienes ir a cine. Pero no. Decidí experimentar a Soledad en toda su dimensión. Hablé sola mientras comía. Lloré sola. Tuve momentos de lástima por mí misma. Y al final, cuando creí que no iba a aguantar, vino la paz. Cuando dejé de luchar, cuando dejé de recordar lo que era sentirme acompañada, cuando dejé de pensar en Soledad como una carga, decidí tomar el toro por los cuernos: Fui a cine sola, vi partidos de fútbol sola, incluso decidí cocinar para mí sola platos que, normalmente por lo elaborados, sólo hacía cuando tenía invitados. Decidí aceptar mi compañía como algo valioso y lo que es mejor, comencé a disfrutarla. 

Santiago, los que quiero que están lejos o los que están allá arriba, siempre estarán en mi corazón. Su amor me acompaña donde quiera que estén. Y me tengo a mí misma. 

Era verdad la frase de Alejandro, mi tocayo y amigo, yo me había convertido en mi mejor compañía y ya no me daría vergüenza asumir a Soledad como una experiencia valiosa. Al contrario. Me hace más consciente del valor de la compañía, de mi valor como persona a la hora de buscar compañía y de qué tipo de persona quiero a mi lado como compañía. Soledad es ahora mi compañera pero es temporal porque yo quiero vivir acompañada.  

Finalmente, Santiago regresó. Estuvo feliz. Y yo aprendí una vez más que todo lo que sufrí anticipando a Soledad no sirvió de nada porque la realidad no fue tan escabrosa como la imaginé. Prueba superada. 

Aquí van unas fotos tomadas por Santiago, para que viajemos a través de sus ojos, y un video de Franco de Vita  y Gilberto Santarrosa con la Canción Te veo venir Soledad.  Póngale atención al cuatro, a los violines, al cambio de ritmo, a los matices. 

https://youtu.be/LYVipCVCdLg

Desde Rockefeller Center 

Puente de Brooklyn

Georgetown

White House


Asamblea General de la ONU, miren a la izquierda el corazón y a la derecha la razón

Central Park