FRASE DE LA SEMANA

"Stay hungry! Stay foolish! " Steve Jobs
" The Universe, as we know it, is a joint product of the observer and the observed" Teilhard de Chardin
" El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevas tierras, sino en ver con nuevos ojos" Marcel Proust

samedi 22 août 2015

BAHÍA MÁLAGA

Hace una semana estábamos viajando a Cali. Tengo que comenzar explicando que fue un impulso, de esos arranques de locura a los que uno no se puede sustraer. Quería ir a ver las ballenas jorobadas, las que llegan a criar a sus bebés, en el Parque Nacional Natural Uramba en Bahía Málaga. Ubicada en la porción media de la costa Pacífica colombiana en el municipio de Buenaventura, Departamento del Valle del Cauca. 

La explicación a semejante locura era, ahora lo entiendo, la necesidad de un desafío, de rebelarme contra lo previsible de buscar una playa donde asolearme y descansar. Quería algo diferente. Quería enfrentarme a mis miedos y otros demonios y sacar valentía, coraje y todas mis fuerzas físicas y mentales. J'ai été bien servie sur ce coup. Mis deseos fueron concedidos al pie de la letra. 

Sin tiempo para saborear la partida, tuve que dejar el trabajo a toda carrera con la bendición de Cata, Martín y Maru y lanzarme de cabeza en la aventura. Alcanzamos apenas el avión. La llegada a Cali es inolvidable. Campos de caña de azúcar, calor y gente amable por doquier. El shuttle bus del hotel no aparecía. El tiempo pasaba y decidí hacerle caso a un muchacho que me aconsejó que me nos fuéramos en bus hasta el terminal de transporte, ya en Cali, y de ahí tomar un taxi hasta el hotel. Mi instinto funcionando a toda marcha me dijo que estaba bien, que no era engaño. Sólo pude ver la ciudad de noche, y me quedé con ganas de más. 

Al día siguiente, trayecto en bus a las 5 am con nuestros 13 compañeros de expedición, Julio y Lina, nuestros organizadores. Y el primer impacto lo produjo la llegada al puerto de Buenaventura. Atiborrado de gente, de ventas ambulantes, de olor a pescado, de edificios sucios y destartalados, de calor insoportable y ropa pegachenta por la humedad. El panorama no se anunciaba bien, y yo me decía una y otra vez, ¿ dónde carajos nos habíamos metido?. Nos pusimos unos salvavidas usados anteriormente por mil otras personas sudorosas como nosotros y ahí salimos a mar abierto. Un mar café, con muchas olas y sin las palmeras tan familiares del Caribe.  Olas enormes y golpes fuertes cada vez que aterrizábamos nuevamente en nuestro puesto luego de segundos que parecían años suspendidos en el aire. Y el paisaje comenzó a cambiar. Pequeños islotes aislados en la mitad del océano con jungla encima. Es una descripción infantil pero no se me ocurre otra manera de explicarlo. La llegada a Juanchaco después de una hora de lancha fue otro impacto fuerte. Niños y jóvenes negritos sonrientes dándonos la bienvenida en medio de unas casuchas de mucha pobreza. Sin pavimento, calor húmedo y la carga de nuestro equipaje comenzamos nuestro camino hacia nuestro "hotel", en ese momento imaginé lo peor. Pueden llamarme snob pero lo único en lo que pensaba era en si iba a tener baño limpio y agua. Me impresionó, sin embargo, ver que nadie me ofrecía venderme nada, no me pedían dinero, no me sentía la reina de jaba llegando a tierras desconocidas. Niños felices, gente amable y tranquila que ni siquiera nos miraba y lo mejor, me sentía en seguridad. En otro mundo donde no hay lugar al miedo, a la sospecha de robo inminente, sólo la naturaleza y personas a quienes, sin tener cosas materiales, no les hace falta nada. 

Tercer impacto, cabañas en madera, bonitas, limpias, baños en buen estado, agua, flores. En fin, sin lujos, teníamos todo lo necesario. Ni les hablo de la comida, absolutamente exquisita.  La experiencia en kajak en el mar, luego entre matorrales y riachuelos, cavernas y árboles inmensos que tapaban el sol fue algo así como una comunicación coordinada entre santiago y yo y la naturaleza. El cansancio físico era algo que me hacía falta. Nada de intelecto, sólo el esfuerzo de luchar para ser yo quien dirigiera la embarcación y no las olas. 

Último gran impacto, nuestro encuentro con las ballenas. El día anterior no habían querido aparecer y se sumaron varios a nuestra lancha para probar suerte con nosotros. Tengo que insistir en el hecho que nuestro grupo, a pesar de ser muy diferentes, se caracterizaba por tener una buena energía. Las explicaciones científicas pueden encontrarlas en cualquier sitio en internet así que no les hablaré de eso. El mar estaba calmado, parecía un espejo, todos a la expectativa mirábamos por todos lados tratando de descubrir en qué punto aparecería tal vez una cola o un chorro de agua indicando que nuestra amiga había salido a la superficie a respirar. Y llegó. Era una mamá y su bebé. Sabían que estábamos ahí por ellos. Justo al frente comenzaron a comunicarse con nosotros. ¿De qué otra manera puedo explicar que hicieran lo que hicieron de manera casi metódica, como una coreografía ensayada de antemano? 

Nos saludaron con la cola. Aparecieron varias veces a cortos intervalos para que los siguiéramos... obedientes seguíamos su estela. Y cuando ya nos encontrábamos al borde de la asfixia, de tanto aguantar la respiración, mamá e hijo saltaron y salieron completamente del agua haciendo un arco perfecto. El grito unánime vino de las entrañas. Luego se despidieron y se fueron. El espectáculo había terminado. 

Yo quería verlas porque sabía que una lección importante debía aprender de esa aventura. Y mi deseo se cumplió. Hubiera podido morir en ese instante de un infarto fulminante y hubiera sido justo. Mi corazón latía como si quisiera salirse. ¿pero si no fue nada importante? dirán algunos. Para mí y estoy absolutamente segura que para todos los que estábamos en la lancha también lo fue. 

Regresamos en silencio al día siguiente a Cali. Ya Buenaventura no nos pareció fea ni sucia. Ya sabíamos que sólo es un punto de transición entre la realidad, lo concreto y visible y el paraíso invisible que comienza en un viaje en lancha. Los habitantes de Juanchaco lo saben, por eso viven felices. 

Hay mucho más en este mundo real de lo que nuestros simples sentidos pueden percibir. Somos más que trabajadores de nuestro destino, somos más que nuestros problemas, nuestras tristezas y nuestra pequeñez aparente. 

La ballena lo sabe y viene a estas tierras cálidas a enseñárselo a su bebé. 

Les adjunto algunas fotos, un video improvisado de la ballena y un video del Grupo Niche con la canción " Hagamos lo que diga el corazón" en honor a esa bella ciudad que es Cali. Ahí está la pista. 

Feliz semana.  

p.s. El video no está editado, el movimiento se debe no sólo a mi inexperiencia sino a mis esfuerzos por guardar el equilibrio. Al parecer está muy pesado, apenas logre reducirlo lo publico. 




el video de las ballenas




Buenaventura
Desde el arrecife de Negritos en Juanchaco 






llegada a Juanchaco