La semana de Pascua fuimos en carro a visitar al papá de Patrice que vive a ochocientos y tantos kms de distancia, en la región de Pays de la Loire y el Departamento de La Sarthe. Y ocurrió lo impensable: Estuvimos incomunicados! No había conexión a Internet, la señal de los celulares era muy débil y había que salir de la casa y buscar como los buscadores de oro una, dos rayitas de señal. No vimos televisión. El palo no estaba para cucharas. Lo que en ese momento nos pareció una tragedia, resultó ser una oportunidad para descubrir muchas cosas.
Nuestra misión era fácil de explicar: acompañar a Jacques que estaba de regreso en su casa luego de dos meses de hospital con gravedad en todos los frentes. Patrice, tal vez porque eso de quedarse sin hacer nada no es lo suyo, salía temprano en las mañanas a hacer "diligencias" y nos dejaba con la consigna de "estar pendientes" de Jacques. Escalofríos. De qué podía hablarle? Soy una "hija de la ciudad" y no conozco nada del campo. No soy tan cercana como para hablar con la confianza propia de personas que tienen la costumbre de verse a menudo, que comparten recuerdos, anécdotas. No me atrevía a preguntar mucho sobre lo que tenía porque aquí hay una cierta reticencia a hablar de enfermedades, de dolor, de sentimientos. Santiago tenía que estudiar, así que me encontré SOLA con él. Le propuse sentarnos afuera aprovechando que dos rayos de sol hacían grandes esfuerzos por imponerse ante la masa de nubes grises que anunciaban un tremendo aguacero en cualquier momento. Muy juiciosa me senté a su lado en silencio. Pasaron varios minutos y comencé a respirar normalmente. Igual no tenía nada más que hacer. Lejos de la civilización, incomunicada. De repente, el ambiente que se anunciaba tenso e incómodo comenzó a diluirse en tranquilidad. Y Jacques comenzó a hablar. Me habló del clima, de los pájaros, de la tierra, de cuando era joven.... y entonces entendí. Muchas veces para poder comunicarse con alguien basta simplemente estar dispuesta a escuchar. Muchas veces, no se necesita crear por la fuerza una conversación banal. Muchas veces, sólo se necesita estar ahí.
Nos retirábamos a nuestros respectivos cuartos temprano. Qué hacer? Sólo teníamos como compañeros el golpeteo de la lluvia sobre las ventanas, música del ipod con el volumen bajo, y los ruídos de nuestros vecinos en el techo. Parecía ser una familia de rinocerontes que se acomoda como puede en un pequeño espacio para dormir. Dejando la exageración de lado, llegamos a la conclusión que debían ser ratones no más grandes que mi mano. Me sentí más tranquila cuando pude constatar con una mini linterna que no había huecos en el techo. Tengo que confesar que me alcancé a preguntar: los ratones comen madera, cemento, ladrillos? El techo será lo suficientemente resistente para que una familia numerosa ( cuál es el promedio de una familia de ratones? 5, 6, 10? ) no pesara lo suficiente como para caernos encima en la mitad de la noche. Una vez aceptamos los ruidos de nuestros vecinos, nos dedicamos a jugar pictionary para dos, conversamos, lo pasamos bien. Los disfrutamos tanto que nos prometimos no olvidar la experiencia de cero televisión, cero celular, cero internet, cero libros, para repetirlo en nuestra vida de todos los días.
Un día se me ocurrió proponerle a Jacques sacarlo en carro a pasear. Patrice casi me mata con la mirada, cómo se me ocurria semejante idea con un señor con una sonda para ir al baño, con grandes limitaciones para caminar, con una gran fatiga general ? pues a Jacques le pareció una excelente idea. A su bastón parecieron salirle alas, con una rapidez sorprendente se arregló solo, se puso un pantalon amplio ( para cubrir la sonda), pantuflas de suela dura, su abrigo y fue enseguida a sentarse en el puesto de copiloto en el carro. Quería ir al Bosque de Bercé. Hijo obediente y todavía con la boca abierta de asombro, Patrice se dejó guiar por su papá. Fue como zambullirnos en una piscina verde. Robles de unos 30 metros de altura en un radio de 360 grados y el canto de montones de pájaros. Cantos agudos, cantos graves, melodiosos, estridentes, insistentes, suaves y el maravilloso canto del pájaro COUCOU!!. El paseo sólo podía durar media hora para no fatigarlo. Pues Jacques estaba tan feliz que el paseo duró casi dos horas! El paseo nos hizo bien a todos. Las palabras no eran necesarias. Nuestra comunicación con la naturaleza se produjo a otro nivel. Inexplicable para los que tienen que ver para creer.
La Semana Santa adquirió una nueva dimensión para nosotros.
Aquí les envío algunas fotos del viaje y un video. El sonido no es muy bueno pero si ponen atención escucharán al pájaro COUCOU.
De regreso a Aix, pasamos por el Castillo de Chenonceau. Esta semana pondré fotos de la visita.
La Petite Martinière - Donde vive Jacques
Cultivo de Colza ( canola)
Marigné-Laillé
Donde creció Patrice en Marigné-Laillé en La Sarthe
El Loira
Tours - Capital del Depto Indre et Loire
Viaduc de Millau - Région Languedoc - Roussillon
Bosque de Bercé - Dept de La Sarthe