FRASE DE LA SEMANA

"Stay hungry! Stay foolish! " Steve Jobs
" The Universe, as we know it, is a joint product of the observer and the observed" Teilhard de Chardin
" El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevas tierras, sino en ver con nuevos ojos" Marcel Proust

lundi 25 août 2014

AQUI Y ALLA

Ya estoy de regreso. Siento mucho el silencio de las últimas semanas.

Con una parte de mí aquí y otra allá, el sentimiento es el mismo cada vez que vuelvo de Colombia: Triste por tener que dejar a toda la gente que quiero, contenta por todos los bellos momentos que quedaron grabados en mi corazón. El duelo de un capítulo que se cierra y el entusiasmo de uno nuevo que comienza. Es un patrón que se repite sin cesar. 

Hay ciertas imágenes que tienen un impacto más fuerte que otras porque permiten ver la esencia del lugar, del momento vivido. 

En Santa Marta: 
Dejar la puerta del apartamento de mis papás abierta y ver a los vecinos pasar saludando e incluso entrando a conversar, sin importar la hora; comer pescado y patacón en la playa con tíos y primos y ver a mi sobrino pedir un pescado de verdad, con ojos, boca, cola para él solo; sacar a pasear al perro y conversar con los porteros; ver telenovelas brasileras con mi mamá; jugar fútbol con mi sobrino y discutir sobre los partidos mientras le robo besos que él se limpia impaciente; ver a la muchacha regañando a mi papá; ir donde una amiga y esperar a que mi papá pase a recogerme como cuando era adolescente;  nadar y flotar mirando al cielo de día y de noche; sentarse en la playa a ver el atardecer; ver gente de mi pasado; ir a misa con el Padre Santi; dar un pésame; hablar de cine y de música con mis tíos y disfrutar tardes de ayaco, de asado, de mazorcas desgranadas, de cervezas y baile; las ganas constantes de abrazar a mi hermano y protegerlo como si aún fuera un niño; ir a recoger a mi hijo al aeropuerto y verlo llegar como un grande; ver a mis papás agarrarse el uno del otro mientras caminan; jugar rummi Q con amigos de mis papás y hacer bromas como si nos conociéramos de toda la vida; tener un perrito que duerme bajo mi cama y se emociona cuando me ve; pasear por el Camellón de día y por el  Parque de los Novios  de noche; Desafiar con mi familia el paso del tiempo con bromas y caricaturas para burlarnos de la juventud, de la vejez, de los achaques, del presente y del pasado, de las manías de cada uno. Llorar y reir juntos, cara a cara, sin una pantalla o un teléfono de por medio y con el ruído de las olas como música de fondo. 

En Bogotá: 
Aprender a usar el Transmilenio y recorrer la ciudad en bus; las conversaciones en el carro, en medio de un trancón; visitar el Museo Nacional y perder la noción del tiempo con las historias que nos cuentan las pinturas de artistas colombianos. Tomar fotos en Usaquén; ir a Crepes & Waffles y a El Corral;  Comer sanduches, empanadas, perros calientes, ajiaco, almojábanas y pan de yuca con la familia; noche de vino y quesos con mis primos; ir a Unicentro y tomar onces en Juan Valdéz; Recorrer la ciudad como una turista sabiendo que todo es tan familiar como si nunca me hubiera ido; volver a encontrar la complicidad y el cariño de personas que creía lejanas y que nunca han salido de mi corazón. 

Finalmente, no hay tal aquí y allá. Mi tribu, los que quiero, mi país, mis recuerdos, mis sentimientos están en el mismo lugar, en mi corazón. Ese es mi tesoro. No importa la distancia física ni el paso del tiempo. Están ahí, en mí, donde quiera que vaya. 

Les adjunto más fotos y una canción de Carlos Vives cantada con Marc Anthony "Cuando nos volvamos a encontrar" 


https://www.youtube.com/watch?feature=player_detailpage&v=Geqmpq0tjNU




BAHIA DE SANTA MARTA


MIS PAPAS Y SANTIAGO


TORRE COLPATRIA AL FONDO


MUSEO NACIONAL CON TIA MAY



OBRAS DE BOTERO





CARRERA 7° CON CALLE 116



USAQUEN







Monserrate




mardi 12 août 2014

AQUI Y ALLA

Este artículo saldrá el viernes con más fotos y más crónicas de este viaje.
Feliz Semana

lundi 4 août 2014

SURFEAR SOBRE LAS OLAS

Bañarme en el Mar Caribe, cuándo éste está picado, es diferente de lo que ocurre cuándo me baño en el Mar Mediterráneo. Luchar contra  las olas puede ser agradable un rato pero luego resulta agotador. En el momento en que decidí surfearlas y me dejé arrullar por sus movimientos, la experiencia se volvió mágica y sanadora.

La necesidad de renovar mi licencia de conducir es la ocasión perfecta para sustentar esta teoría. Llegamos, mi amiga Indira y yo, a las oficinas de tránsito a las 7h30am. No tenía una idea clara de los pasos a seguir. Mi cara de primípara era inconfundible. Inmediatamente se me acercaron dos hombres, como buitres me cayeron encima para explicarme lo que tenía que hacer. Por poco me arrebatan mis documentos de la mano. Cada uno a su manera ofrecía quitarme tan penosa carga de mis hombros. La rebelde en mí detuvo el asalto. ¿Cuánto me va a costar esta ayuda desinteresada y generosa? fue mi primera frase. La desconfianza natural salió a relucir. Uno de ellos se alejó y no volví a saber de él. Me lo había quitado de encima. El otro me dió indicaciones básicas y se alejó. Yo, muy tiesa y muy maja, comencé mi jornada. Me uní a un amago de fila que se deshacía cada vez que alguien tenía una preguntica por hacerle a la señora en la ventanilla. No hablaba con nadie, al fin y al cabo, todos eran desconocidos. El aire acondicionado no enfriaba lo suficiente, tal era la cantidad de personas que respirábamos el mismo aire en un espacio reducido. Las demás personas, conversaban entre sí. Inocentemente pensé que yo era la única extraña en el recinto. Los minutos pasaban y nada ocurría. Sentí que estaba haciendo algo mal. Hasta que la actitud de Indira me hizo comprender cómo funcionaban las cosas aquí: había que reconocer quién había estado detrás de mí, y quién estaba adelante, había que hablar y solidarizarse con los compañeros de fila y crear un frente común. Había que adaptarse y aprender a surfear las olas en lugar de oponerme a ellas. Todo cambió en el instante en que comencé a hacerlo. Poco a poco creamos informalmente turnos. Yo entraría a tomarme las fotos y huellas después del señor de camisa a cuadros rojos y blancos y detrás de mí vendría una señora de vestido café y así sucesivamente. Hicimos bromas, compartimos experiencias y al final una agradable camaradería se había establecido entre todos. El calor se hizo menos asfixiante y logré renovar mi licencia antes del medio día.

Les deseo una semana llena de olas para surfear



Catedral de Santa Marta

Calle de la Sequia en el centro de Santa Marta