Este blog se permitirá también evocar temas como la tristeza y el dolor. Considero que es justo mostrar las dos caras de la moneda y aceptar que los temas que trato aquí no siempre serán color de rosa. Al fin y al cabo, el lado oscuro de la vida también hace parte del camino.
Cada persona reacciona diferente ante la pérdida de un ser querido y de ninguna manera puede juzgarse lo que siente una persona por su imagen exterior. En mi caso personal, funcioné en "piloto automático" durante varios días. Sólo hasta ahora me doy cuenta que establecí una especie de bloqueo o escudo mental en el cual impedí todo tipo de pensamiento que intentara proyectarme hacia el futuro. La pregunta de " ¿ y ahora cómo voy a seguir viviendo sin mi papá?" fue impensable en los primeros días. Me ocupé frenéticamente de asuntos concretos y realizables a corto plazo. Me aferré a mi familia para espantar el sentimiento de orfandad. Pero no era suficiente. Hasta que la palabra surrender se impuso en mi mente con insistencia. Entonces dejé que vinieran a mí todo tipo de pensamientos, sin restricción ni censura. No puedo negar que los momentos tristes hicieron su aparición pero no se quedaron. Dieron paso a los momentos felices y éstos fueron los que permanecieron, como gravados con fuego en mi corazón. Y me ocurrió algo especial. Mi relación con mi papá cambió. Me permití sentir su presencia a mi lado. Mis conversaciones con él tomaron otra dimensión. Entonces comprendí que la muerte es un viaje, una nueva aventura hacia una dimensión diferente. Una en la que no existen las barreras de lo visible. El entierro, la cremación, la enfermedad desaparecieron. Sólo queda su compañía y la convicción profunda que no estoy sola, que puedo continuar mi camino sabiendo que nos volveremos a encontrar.
Feliz semana!
Feliz semana!